“Lo que ha sucedido (geschehen), siempre ha sucedido sólo a medias (halb geschehen), y la fuerza que lo hizo suceder, que se expresó en ello de manera insuficiente, continúa funcionando en nuestro interior y proyecta su efecto también sobre los intentos parciales que aún existen dentro de nosotros (…). Lo que nunca pudo pasar debe hacerse añicos, lo que nunca llegó a convertirse en lo que tenía que ser, debe disolverse y lo que nunca ocurrió del todo (das nie ganz Geschehene) debe llevarse a cabo en nuevos momentos. Ciertamente, el pasado da la impresión de estar solidificado, adormecido, puesto que tiende a recubrirse de una creciente oscuridad a medida que se va alejando. Pero todo ello puede despertarse: se ha mantenido fluido y cambiante, y sigue transcurriendo a nivel subterráneo, no tiene nada de inmutable (…). Pese a su aparente cristalización en el pasado, en su transitoriedad aún conserva en sí mismo algo secreto, un elemento del futuro (ein Element des Zukünftigen), de la misma manera que la cristalización del futuro en el presente pacificado de la visión retrospectiva o del juicio tiene por encima de ella alternativas, dioses desconocidos que nos esperan. Perseguir este elemento que late, desatar en el lamento ese futuro reprimido que no se pudo hacer realidad en la densa materia de lo que ocurrió (…)”.