SOCIOLOGÍA DE LA COMUNICACIÓN








Esta asignatura, que se imparte en el primer curso de la Diplomatura en Disciplinas de las Artes, la Música y las Artes Escénicas (DAMS), plantea una concepción ecológica de la comunicación. Propone a los alumnos y las alumnas aprender a identificar las formas patológicas de la comunicación y del pensamiento, a fin de evitarlas o hacerles frente.
Aborda una concepción más amplia de la contaminación, que se extiende también a las formas de contaminación simbólica producidas específicamente por palabras, conversaciones e interacciones tóxicas, por textos que resultan indigestos para nuestra identidad y de los que podemos decidir prescindir, por pensamientos contaminantes que no escogemos tener de manera consciente, pero que a veces nos fagocitan y acaban por instalarse en nuestra mente, muy a nuestro pesar.
Propone dos neologismos: el concepto de eco-palabras y el de eco-pensamientos, con el propósito de aumentar el nivel de concienciación acerca de los múltiples efectos que las palabras y los pensamientos pueden causar en nuestra identidad.
La primera parte de la asignatura introduce las principales teorías de la comunicación, haciendo referencia a la comunicación interpersonal. Se analizan los rituales de la interacción, los marcos sociales, las reglas de la conversación, la relación entre la comunicación y las identidades sociales, así como las formas patológicas de la comunicación. Se presta atención de forma específica al análisis de la figura del extranjero o forastero y a los procesos de inclusión y exclusión social. Esta primera parte introduce los conceptos de “eco-palabra” y “eco-pensamiento” presentados de manera exhaustiva en los dos libros “Ecologia della parola” y “Ecologia del pensiero”, que son objeto de análisis.
La segunda parte de la asignatura se centra en conceptos y teorías sociológicas que sirven para pensar en las representaciones de los medios y en las prácticas sociales que dictan las trayectorias de nuestra vida cotidiana. Se analizan las representaciones sociales y los tipos de conocimiento canalizados por los medios haciendo especial hincapié en las identidades de género, de etnia, de generación y clase social vehiculadas a través tanto de los medios de comunicación como de las redes sociales.
Durante la docencia se ofrece a los alumnos y alumnas la posibilidad de participar en un taller diseñado específicamente para tratar estos temas: “Eco-Words Lab. Laboratorio di Eco-Communicazione”, durante el que aprenden a trabajar de forma concreta con las distintas formas de comunicación y los conceptos interiorizados a lo largo del curso.
Competencias que se espera alcanzar. La asignatura permite a los alumnos y las alumnas adquirir competencias comunicativas básicas para interpretar los procesos comunicativos y las interacciones sociales en diferentes ámbitos de la vida diaria. Más concretamente, los resultados de aprendizaje esperados tienen que ver con:
- la adquisición de competencias mejoradas para las interacciones;
- la capacidad de descodificar los mensajes provenientes de distintos sistemas de comunicación;
- la capacidad de identificar de manera selectiva las formas de comunicación patológica en las interacciones cotidianas;
- las competencias relativas al análisis de los textos mediáticos que aluden a las representaciones sociales, a los valores y los estilos de vida que pretenden transmitir, con especial énfasis en las competencias interpretativas referidas a los códigos visuales;
- la adquisición de una autonomía interpretativa con respecto a los textos en los medios, prestando atención particularmente a las categorías del género, las etnias, las clases sociales y las generaciones de pertenencia, partiendo de la adopción de un enfoque transversal;
- la adquisición de competencias más amplias en el ámbito de la comunicación estratégica y organizativa;
- una mejora de las competencias comunicativas al hablar en público;
- la adquisición de competencias de ciudadanía más desarrolladas;
- la educación orientada hacia una comunicación ecológica y sostenible, respetuosa con todas las demás personas y exenta de formas de discriminación social tales como el machismo, el racismo, la homotransfobia y la homofobia.
Sobre el concepto de eco-palabras
(extraído del Prólogo en inglés de “Ecología de la palabra. El placer de la conversación”, Routledge, Londres 2023):
“El concepto de ecopalabras apareció –sus contornos emergieron lentamente en el fondo– mientras releíamos estas páginas, traducidas por Victor Pina (a quien agradezco de todo corazón su precioso trabajo). Al revisar la traducción al español, este concepto adquirió una nueva consistencia que, como tal, requirió mayor elaboración. En este caso el final provocó un nuevo comienzo, como si el libro no estuviera articulado linealmente sino circularmente. No sólo era necesario reconocer y deconstruir palabras tóxicas, kata defensivos y diversas formas de contaminación simbólica, para poder ofrecer una conversación agradable, beneficiosa y enriquecedora, sino que también había que generar una nueva conciencia, según la cual el ecohablar es posible e incluso útil. Pero, ¿cómo definir el concepto de ecopalabras y cómo distinguirlas de las palabras tóxicas? Aquí intentaré ofrecer una definición de este concepto, que sin embargo no será lineal, como tal vez algunos quisieran, sino circular: es decir, intentaré pintar un fresco del concepto como si fuera sosteniendo un pincel, haciendo pausas entre pinceladas y escuchando cualquier sugerencia que pueda venir de ti. Por lo tanto, lo que sigue es el “fresco definitorio” que está tomando forma.Las ecopalabras son todas aquellas palabras, frases y expresiones que no reflejan ninguna forma patológica de comunicación. Son pronunciadas con la intención de no juzgar negativamente ni desprestigiar al otro, al contrario, llevan una intención auténtica, sincera y pura. Las ecopalabras son palabras que reconstruyen la conexión silenciosa pero vívida entre nuestra subjetividad y el conocimiento del mundo. Las ecopalabras son vivas, vitales, nutritivas, producen felicidad y bienestar allí donde están presentes. Tienen la capacidad de crear una comprensión profunda y producir bienestar en quien habla y en quien escucha al mismo tiempo. Las ecopalabras siempre están encarnadas, lo que significa que siempre requieren e imponen su corporeidad sobre el contenido que expresan, siendo un producto del cuerpo, en y alrededor del cuerpo. Sí, el hecho es que las palabras que se pronuncian parecen ser escuchadas en una especie de danza mágica por todas las células de nuestro cuerpo y del cuerpo de quienes las escuchan. Estas secuencias de ecopalabras son, sobre todo, sonidos capaces de crear verdaderas microcosmogonías. Mientras hablamos y escuchamos, casi parece como si presente, pasado y futuro se deshicieran y recombinaran constantemente, como si, mientras hablamos, estas palabras contribuyeran con sus trémulas sonoridades a desentrañar un escenario futuro y forjar otro en una alternancia permanente. Por lo tanto, ecohablar también significa seguir los principios de la ecología profunda ilustrados por Arne Naess (2005)[i] y asumir conscientemente la responsabilidad de los efectos de lo que decimos o escuchamos. Me doy cuenta de que ofrecerle, querido lector, una definición clara y sencilla de este concepto que describo con un neologismo no es nada sencillo. Sin embargo, si la definición es difícil, es mucho más fácil esbozar los criterios pragmáticos útiles para distinguir entre ecopalabras y palabras y conversaciones tóxicas: las primeras nos hacen sentir bien, no superficialmente sino en el fondo del alma. Cuando las palabras se inscriben en el cuerpo, nos interrogan y entonces, sólo entonces, somos capaces de comprender la calidad de su resonancia. Quizás esta cualidad pueda describirse con el neologismo que propongo, pero también existe una larga tradición de pensadores y eruditos, pioneros que allanaron el camino que seguiremos en las páginas de este libro. En resumen, para saber si utilizamos palabras ecológicas o las escuchamos, es útil ver si cumplen con ciertos criterios, principios o las llamadas reglas que permiten una buena comunicación. Basta con respirar profundamente y escuchar no lo que sugieren los enrevesados pensamientos de nuestra mente, sino los sentimientos profundos que nos presenta nuestro cuerpo. De nada sirve dedicar páginas interminables a explicaciones parciales de lo que nuestro cuerpo, cuando lo escuchamos con respeto, ya sabe. Así que me perdonarán si no asumo el desafío teórico y me aventuro en una lista larga y detallada de criterios precisos. La cuestión es que no creo que esto sea útil para el viaje que este libro sugiere que emprendamos juntos utilizando la pragmática de la vida cotidiana. Creo que la complejidad de la vida que vivimos a diario supera con creces lo que cualquier lista puede ofrecer, especialmente si se elabora individualmente.”
Sobre el concepto de eco-pensamientos
(extraído del primer capítulo de “Ecología del pensamiento. Conversaciones con una mente contaminada”, Einaudi, Turín 2023):
Arquitectura de la mente y paisajes mentales
“No son las cosas las que atormentan a los hombres, sino las opiniones que se tienen de ellas”. (Epitteto)
Un hombre griego extremadamente culto, un filósofo reducido a la esclavitud que vivió en el siglo I después de Cristo nos entrega estas palabras que llegan hasta nosotros, a través de los siglos, lúcidas e intactas como si fueran de acero. Sin embargo, esta secuencia de signos, por alguna extraña razón, no se activará dentro de nosotros hasta el momento en que la incorporemos o, dicho de otro modo, no la experimentaremos directamente. En resumen, no basta con escribirla, ni mucho menos con leerla. Cuántas veces hemos tenido ocasión de escribir o leer bonitas máximas en las páginas de un libro que, no obstante, permanecían atrapadas, enredadas para siempre en las líneas de esas mismas páginas. En cuántas ocasiones nos ha pasado que pensábamos en frases importantes, convincentes, que resonaban en nuestra mente y que, pese a todo, flotaban en la superficie de nuestros pensamientos, revoloteaban por aquí y por allá, pero sin poder sedimentarse. Si comprendiésemos de verdad a Epícteto, acabaríamos definitivamente con la ansiedad y la depresión, sin ánimo de ofender a los psiquiatras, a los psicoterapeutas y a las industrias farmacéuticas. La píldora de la felicidad se podría rebautizar como “píldora de Epícteto”. Y, sin embargo, es justamente como afirmaba él, hace ya muchísimos siglos: “No son las cosas las que atormentan a los hombres, sino las opiniones que se tienen de ellas”. Me encantaría que Epícteto fuese mi tío, o al menos, un pariente lejano mío.
Una muy buena amiga mía comparte conmigo su desesperación: se acaba de separar con dos hijos todavía relativamente pequeños y el exmarido, que desea más que cualquier otra cosa vivir cómodamente con su nueva pareja, lucha denodadamente por no darle el respaldo económico que le corresponde y que necesita. Bárbara (es un nombre imaginario) no tiene un trabajo estable y, aun así, gana poco más de mil euros al mes con un empleo a tiempo parcial. De hecho, ni siquiera se puede decir que esté mal pagada, pero en Verona no se puede vivir con ese dinero con el alquiler que hay que pagar. Bárbara está desesperada, llora al teléfono mientras me habla. Ha empezado una terapia de apoyo y el terapeuta –que me parece como mínimo igual de inhumano que el exmarido– le ha diagnosticado una fuerte depresión, como viniendo a decir que, si una persona está triste porque tiene dos hijos pequeños que mantener y un exmarido al que le importa un comino, no es totalmente legítimo y normal que se sienta al menos un poco triste; por el contrario, debería, además de pagar la costosa tarifa del terapeuta, estar incluso alegre. Al día siguiente, llamo de nuevo por teléfono a Bárbara. Me cuenta que lloró durante mucho tiempo pero que después lo ha consultado con la almohada. Hoy no ha cambiado absolutamente nada con respecto a ayer: el mismo salario escaso, el mismo exmarido imbéc…, los mismos hijos pequeños que ayudar a crecer, la misma ciudad carísima y el mismo psicoterapeuta improbable. Sin embargo, Bárbara ya no llora. Es como si la tempestad emocional se hubiera evaporado. Parece que su sistema emocional se ha desbloqueado. Bárbara esboza una sonrisa y hasta consigue bromear conmigo hablando de su/nuestro futuro como mamás. ¿Qué ha ocurrido? Nada. En realidad, no ha sucedido nada. Sencillamente, Bárbara se ha tomado la que se conoce como “píldora de Epícteto” y ha dejado de proyectar ese futuro tan negro que todavía está por venir sobre el presente que, en cambio, ya tiene delante de ella y que en realidad no resulta tan amenazante, al menos por el momento. En definitiva, ella y sus fantásticos niños gozan de muy buena salud y, por lo menos este mes, las facturas ya se han pagado.
Todos y todas somos “Bárbara”, como mínimo una vez al mes. Este fenómeno extraordinario y absurdo nos resulta muy conocido a cualquiera de nosotros. Frente a la adversidad, el paisaje mental que toma forma en nuestros pensamientos nos lanza de una roca a otra, cual tifón, y después, sin ningún motivo aparente, transcurrido un cierto lapso de tiempo, parece que, durante un rato, volvemos a nuestra rutina cotidiana. ¿Qué es lo que nos ocurre? Estas tormentas emocionales en nuestro interior, ¿son quizá acontecimientos inusuales? ¿Tal vez patológicos? ¿Nos pasan solamente a nosotros? ¿Debemos ir corriendo a ver a un terapeuta o podemos salir adelante nosotros solos y nosotras solas? La cuestión es que esto le ocurre hasta al terapeuta, incluso a él, que tendría que curarnos y librarnos de esta supuesta enfermedad…. Por tanto, no se trata de patologizar nada, lo que hace falta en realidad es aprender a afrontarlo.
El concepto de “ecopensar” pretende hacer una pequeña aportación, poner en marcha una reflexión en común que nos permita a todos “pensar bien y vivir mejor”, proponiendo una autoetnografía de nuestro día a día que nos libre, en la medida de lo posible, del malvivir. Soy y sigo siendo socióloga: creo que aquello de lo que nos nutrimos en la juventud nos forja para siempre. Así pues, son las teorías sociológicas las que me proporcionan multitud de material para escribir las páginas siguientes. Pero, ¿no es la sociología posiblemente la disciplina que se interesa más que las otras precisamente por cómo influyen las formas simbólicas en los significados que atribuimos a nuestra vida cotidiana? ¿No es quizá por esa razón por la que generaciones de estudiosos y estudiosas como yo han observado y estudiado cómo lo social baila con nosotros, entrelazándose inseparablemente con los caminos por los que transcurren nuestras vidas? El tema es que cuando pensamos, nunca estamos solos y, por consiguiente, vale más que intentemos contar los unos con los otros.”
Textos de referencia para el examen:
1) Anna Lisa Tota, Ecologia della Parola. Il piacere della Conversazione, Einaudi, Turín, 2020
2) Anna Lisa Tota, Ecologia del pensiero. Conversazioni con una mente inquinata, Einaudi, Turín, 2023
3) Los siguientes ensayos:
a) Paul Watzlawick, 1988, “Las profecías que se autocumplen”, en La realidad inventada: ¿Cómo sabemos lo que creemos saber?, Gedisa, Barcelona, 1994, pp. 99-120.
b) Alfred Schütz, 1944, El forastero. Ensayo de psicología social, en Estudios de Teoría Social, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1974, pp. 95-107.
[1] Naess, Arne, The Selected Works of Arne Naess, Kluwer Academic Publisher, Amsterdam 2005.
Gracias al Dr. Víctor M. Pina por la traducción